Pequeña Luciérnaga vuela despacio. Aprecia el viento, que se desliza por sus patitas, que le hace perder el rumbo. Solitaria Luciérnaga adora perder el rumbo; por eso ilumina la noche, para saber que se ha salido del camino. Luciérnaga Hambrienta no piensa en rimas ni en poemas; no flota en comisuras, ni se ahoga en besos. Nocturna Luciérnaga no sabe que existen los sueños, ni que hay otras luces en su estanque. Luciérnaga Cansada no ha probado la carne, ni ricas verduras a la plancha, ni el sexo. Nunca se ha posado en bonitas flores, ni en feas espigas, porque Luminosa Luciérnaga no conoce los colores, ni los necesita; ella sólo necesita volar, siempre con los ojos cerrados, para perderse del camino. Su luz no es luz, sino reclamo. Sus alas no vuelan, lloran. Su boca no es tristeza, es vida. Pequeña Luciérnaga es vieja, y se ha enamorado de Farola.
Toledo es Arte