He construído un muro de alabastro
alrededor de mi hueso
para protegerme de la lluvia,
y de la carne.
No siento más que
el desgarro eterno del deseo,
la búsqueda infinita de la palabra
que te exprese y nos exprese.
La huida al doblar la esquina
y el encontrarse con dos ancianos en el parque,
poseyendo la vida en los ojos,
tendida como un coche sobre el asfalto.
Me molesta la sincronización,
no es justo que caigáis del cielo juntos
y que me barras con la mano
hacía un jardin de colillas muertas.
El capricho de la mochila y los perros en los coches no dan sentido al puño ni a la ansiada caricia de tu peine de uñas contra mi mano.
alrededor de mi hueso
para protegerme de la lluvia,
y de la carne.
No siento más que
el desgarro eterno del deseo,
la búsqueda infinita de la palabra
que te exprese y nos exprese.
La huida al doblar la esquina
y el encontrarse con dos ancianos en el parque,
poseyendo la vida en los ojos,
tendida como un coche sobre el asfalto.
Me molesta la sincronización,
no es justo que caigáis del cielo juntos
y que me barras con la mano
hacía un jardin de colillas muertas.
El capricho de la mochila y los perros en los coches no dan sentido al puño ni a la ansiada caricia de tu peine de uñas contra mi mano.