"...Estás en la parada del autobús, esperando a que llegue. Jugueteas con la moneda de un euro que tienes en la mano, pasándola de un dedo a otro hasta que por fín en el letrero de la parada pone "Cercano". En ese momento te lebantas impaciente para subirte en él en cuanto se pare...montas y ves un asiento libre para sentarte. Observas la ventana y cómo va pasando el paisaje rápidamente, observas cuánto falta para el lugar al que te dirijes. Mientras estás ahí ves a la gente que hay en el autobús: los que suben y los que bajan; y piensas que cada una de esas personas tiene su historia, su propio camino, una razón por la que están en ese autobús y no en otro. Los jóvenes de 12-14 años sentados al final riendo y haciéndose fotos problablemente estén pasando la tarde yendo al centro comercial; la típica pareja en esos asientos de dos; la señora mayor que debes cederla el asiento; el típico chulo que ocupa 3 asientos para él: uno para su culo, otro para su pie y otro para su aire, y su móvil sonando esa música de "chunda chunda" que hacen que te quieras suicidar, pero a él le da iguál, piensas que habrá quedado con los colegas para dar una vuelta o con la novia que seguramente su nombre empezará por "la" y terminará en "h", pero, ¿y si no es así? lo mismo va a ver a su abuela o quizás se vuelve a casa, eso nunca se sabe, ¿verdad? cada persona es un mundo, no se debe juzgar a nadie por su aspecto, pero esta sociedad nos hace ser así. Miramos a las personas y automáticamente tenemos un modelo de persona según su ropa o conversación. Yo soy culpable de ello, incontables veces he mirado a una persona y la he juzgado por su aspecto, culpable, culpable... pero una cosa te diré, a tí que lees estas paranoias de una mente enferma... a tí te digo: te veré en el infierno por pecador..."
Toledo es Arte