Aquí tenéis la introducción y parte del segundo capítulo de algo más largo que pretendo sea una especie de crítica social narrada en primera persona desde la mente de alguien que no entiende el por qué de las cosas. En cuanto al título...ni yo tengo idea de por qué se llama así XD
Se aceptan críticas y opiniones, ya iré subiendo según escriba ^^
CAPÍTULO I: A MODO DE INTRODUCCIÓN
Supongo que siempre he sido la rara. No en el término exacto de la palabra, claro. Quizá denominarme diferente sea más correcto. Vale, seguro que hay quien piensa que soy una antisocial, algún tipo de sociópata con ganas de automarginarse…pero nada más lejos de la realidad. Siempre me ha gustado ser auténtica, nada más, así que cambiar para encajar en una sociedad en la que todo el mundo se comporta como si fuese una ovejita no está entre mis prioridades.
Es verdad lo que digo, paraos un segundo y mirad a vuestro alrededor. ¿No os ponéis nerviosos? Toda la gente andando cabizbaja, con prisa, sin pensar nada más que en su rutina. Madrugar, al trabajo, comer, más trabajo y a dormir, y quizá algún que otro fin de semana se quite trabajo y se incluya un cine o alguna otra diversión. Sinceramente…qué stress. Qué pena.
¿No os dais cuenta? Vivimos en un mundo muy comunicado con los demás, y que en realidad nos hace estar más incomunicados que nunca. Ya podría morirse alguien a nuestro lado que si vamos pensando en nuestras cosas no nos daremos cuenta. Y es que yo tengo la sensación de que aunque está programado para amar y relacionarse, el ser humano es un animal que por inercia siente odio y frialdad, que por inercia tiende a aislarse. Mirad el transporte público, ahí tenéis un ejemplo muy claro. A no ser que valla con alguien dentro de su círculo de conocidos, cada persona se sienta sola, llegando incluso a mirar con malos ojos a aquel desconocido que tímidamente ocupe el sitio contiguo.
Siempre me resultaron curiosos esos pequeños detalles…
CAPÍTULO II: DE LA COMUNICACIÓN Y LA TECNOLOGÍA
Sigamos con ese pequeño y a la vez gran apartado de nuestras vidas que es la relación con aquello y aquellos que están fuera de nuestra burbuja. Me hace mucha gracia ver como dos personas que se conocen se cruzan por la calle y o bien no se saludan o bien se cambian de lado para no tener que hacerlo, sea porque el aprecio mutuo es nulo o simplemente porque no tienen ganas. Lo único que me fastidia de este asunto es que luego tachan de bordes y desagradables a personas que, como yo, no nos acercamos a entablar conversación porque no nos hemos dado cuenta de que teníamos a un conocido cerca o simplemente porque de lejos no vemos un pimiento.
Aunque por otra parte, cabe la opción de que la gente no se muestre receptiva por miedo a “quedar mal”. Y es que seguro que todos nos hemos cruzado alguna vez con alguien que nos ha saludado y cuya cara “nos sonaba”, nos ha preguntado por nuestra vida, le hemos preguntado por la suya y nos hemos despedido deseándole lo mejor, para después pensar mientras la persona en cuestión se alejaba de nosotros “¿de qué coño le conozco?”.
Se aceptan críticas y opiniones, ya iré subiendo según escriba ^^
CAPÍTULO I: A MODO DE INTRODUCCIÓN
Supongo que siempre he sido la rara. No en el término exacto de la palabra, claro. Quizá denominarme diferente sea más correcto. Vale, seguro que hay quien piensa que soy una antisocial, algún tipo de sociópata con ganas de automarginarse…pero nada más lejos de la realidad. Siempre me ha gustado ser auténtica, nada más, así que cambiar para encajar en una sociedad en la que todo el mundo se comporta como si fuese una ovejita no está entre mis prioridades.
Es verdad lo que digo, paraos un segundo y mirad a vuestro alrededor. ¿No os ponéis nerviosos? Toda la gente andando cabizbaja, con prisa, sin pensar nada más que en su rutina. Madrugar, al trabajo, comer, más trabajo y a dormir, y quizá algún que otro fin de semana se quite trabajo y se incluya un cine o alguna otra diversión. Sinceramente…qué stress. Qué pena.
¿No os dais cuenta? Vivimos en un mundo muy comunicado con los demás, y que en realidad nos hace estar más incomunicados que nunca. Ya podría morirse alguien a nuestro lado que si vamos pensando en nuestras cosas no nos daremos cuenta. Y es que yo tengo la sensación de que aunque está programado para amar y relacionarse, el ser humano es un animal que por inercia siente odio y frialdad, que por inercia tiende a aislarse. Mirad el transporte público, ahí tenéis un ejemplo muy claro. A no ser que valla con alguien dentro de su círculo de conocidos, cada persona se sienta sola, llegando incluso a mirar con malos ojos a aquel desconocido que tímidamente ocupe el sitio contiguo.
Siempre me resultaron curiosos esos pequeños detalles…
CAPÍTULO II: DE LA COMUNICACIÓN Y LA TECNOLOGÍA
Sigamos con ese pequeño y a la vez gran apartado de nuestras vidas que es la relación con aquello y aquellos que están fuera de nuestra burbuja. Me hace mucha gracia ver como dos personas que se conocen se cruzan por la calle y o bien no se saludan o bien se cambian de lado para no tener que hacerlo, sea porque el aprecio mutuo es nulo o simplemente porque no tienen ganas. Lo único que me fastidia de este asunto es que luego tachan de bordes y desagradables a personas que, como yo, no nos acercamos a entablar conversación porque no nos hemos dado cuenta de que teníamos a un conocido cerca o simplemente porque de lejos no vemos un pimiento.
Aunque por otra parte, cabe la opción de que la gente no se muestre receptiva por miedo a “quedar mal”. Y es que seguro que todos nos hemos cruzado alguna vez con alguien que nos ha saludado y cuya cara “nos sonaba”, nos ha preguntado por nuestra vida, le hemos preguntado por la suya y nos hemos despedido deseándole lo mejor, para después pensar mientras la persona en cuestión se alejaba de nosotros “¿de qué coño le conozco?”.