Whisky. Whisky mañanero, perfecto para acompañar la resaca de una noche olvidada y, mezclado con los lamentos de un triste coyote, se licua un cóctel de aburrimiento y melancolía pernoctada.
-¿Conoces algún idiota?.- Es la presentación del coyote.
Creo que todas nuestras conversaciones comienzan así; y lo último que me apetece es hablar sobre la amargura.
-No he llegado a conocerle. No se de mí lo suficiente como para entenderme como
conocido.- Un argumento más que válido por mi parte.
-Cuando te conozcas, dite que me llames para pagarme un desayuno. Me lo debes.- Maldito coyote egoista. Ayuda a un amigo y no le hables de deberes.
-Cuando me conozca, f ollaré conmigo mismo. Soy más interesante que ella.
-¿Ella?.
-Mi decencia.- Maldita sea, he vuelto a recordar. Trago de whisky para borrarla...
-Querido amigo mío- ¿ahora somos amigos?, cabrón-, mi "ella" supera a tu "ella".
-¿Desde cuando te pertenece?.- Su "ella", no nuestra amistad, claro.
-Desde que tenemos una relación.
Sigue hablando de posesión. Pobre coyote, aun cree en el calor, aun busca entre sábanas. Pobre coyote, presume de relación, y no la relaciona con su destino. Pobre coyote, cabrón egoista, cabrón afortunado.
-¿Qué tipo de relación tenéis, si se puede preguntar?.- Tampoco es que me interese, joder.
-Lo típico: sexo, sexo, sexo, sexo, sexo... Y una migaja de amor.
-¿Amor por parte de quién?.
-Por parte del vecino de enfrente, que está colado por mi "ella". Nos espía por las noches, cuando follamos. A mi "ella" eso le pone, por lo que yo le dejo hacer.
-¿Tienes que entrar en detalles?.- Maldito degenerado.
-No lo he hecho, querido amigo mío.- Maldito degenerado mentiroso.
Trago, humo de cigarro y ahogada arcada. Vuelos de paloma, calor de verano, paseos de domingo, tormentas en mi cabeza. Mi reino por el descanso. Mi sucio, podrido y húmedo reino por el descanso y otra botella de whisky.
-¿Conoces algún idiota?.- Es la presentación del coyote.
Creo que todas nuestras conversaciones comienzan así; y lo último que me apetece es hablar sobre la amargura.
-No he llegado a conocerle. No se de mí lo suficiente como para entenderme como
conocido.- Un argumento más que válido por mi parte.
-Cuando te conozcas, dite que me llames para pagarme un desayuno. Me lo debes.- Maldito coyote egoista. Ayuda a un amigo y no le hables de deberes.
-Cuando me conozca, f ollaré conmigo mismo. Soy más interesante que ella.
-¿Ella?.
-Mi decencia.- Maldita sea, he vuelto a recordar. Trago de whisky para borrarla...
-Querido amigo mío- ¿ahora somos amigos?, cabrón-, mi "ella" supera a tu "ella".
-¿Desde cuando te pertenece?.- Su "ella", no nuestra amistad, claro.
-Desde que tenemos una relación.
Sigue hablando de posesión. Pobre coyote, aun cree en el calor, aun busca entre sábanas. Pobre coyote, presume de relación, y no la relaciona con su destino. Pobre coyote, cabrón egoista, cabrón afortunado.
-¿Qué tipo de relación tenéis, si se puede preguntar?.- Tampoco es que me interese, joder.
-Lo típico: sexo, sexo, sexo, sexo, sexo... Y una migaja de amor.
-¿Amor por parte de quién?.
-Por parte del vecino de enfrente, que está colado por mi "ella". Nos espía por las noches, cuando follamos. A mi "ella" eso le pone, por lo que yo le dejo hacer.
-¿Tienes que entrar en detalles?.- Maldito degenerado.
-No lo he hecho, querido amigo mío.- Maldito degenerado mentiroso.
Trago, humo de cigarro y ahogada arcada. Vuelos de paloma, calor de verano, paseos de domingo, tormentas en mi cabeza. Mi reino por el descanso. Mi sucio, podrido y húmedo reino por el descanso y otra botella de whisky.