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Hará un par de años escribí este....llamémosle prólogo, que supuso desarrollar en mi cabeza una historia (de la que escribí 2 o 3 capítulos de una 10 hojas cada uno)sobre una invasión demoníaca que comenzará en la ciudad de Toledo. Quiero por favor que viendo el prólogo me deis vuestras opiniones, sugerencias y correcciones. ¡Gracias!
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POSESIÓN EN TOLEDO
Eran las once y media de la noche. Salvo por los alborozados gritos y las estruendosas risas que se alzaban hacia el cielo desde bares y discotecas, las calles y callejuelas del casco antiguo de la ciudad de Toledo reposaban en silencio, vigiladas desde arriba por las estrellas y una luna llena que les daban un aire aún más misterioso y mágico.
Pronto, el rechinar de las suelas de unas zapatillas contra las piedras humedecidas por la neblina nocturna rompió la paz que en esa noche se hacía presente.
Guillermo, de diecisiete años, recorría la plaza del ayuntamiento con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero, tratando de mantener el calor. Sus pasos marcaban inconscientemente el ritmo que llevaba el rock que iba escuchando con su mp3, y su pelo negro se alborotaba poco a poco por culpa de la ligera brisa nocturna y de los débiles movimientos de su cabeza.
A ojos de cualquier persona era un muchacho normal; quizá bastante guapo, de mirada oscura atrayente y sonrisa irónica y misteriosa,según le habían definido varias "amigas", pero nada más. Sin embargo, poco podían sospechar él o cualquiera de las personas que le conocían que la “existencia normal” de Guillermo estaba llegando a su fin.
Sus pasos le condujeron poco a poco hacia la calle Hombre de palo, en un intento inacabado aún de llegar andando a Zocodover para más tarde poder bajar a su casa. Tac,tac,tac…el rítmico golpeteo de su caminar,o quizá el volumen de la música fueron su perdición: pues no pudo oír, sentir o tan sólo intuir que una presencia que no pertenecía a su mismo mundo seguía sus pasos con atención.
De todas maneras, el destino y la casualidad decidieron darle una oportunidad de percatarse de la situación y así defenderse, aunque fuese prácticamente imposible. Al ir sumido en sus pensamientos, Guillermo no pudo percatarse de la piedra que instantes después le haría resbalar y golpearse contra el suelo. El mp3 salió disparado varios metros por delante de su cabeza.
-¡¡¡JODER!!!-
Guillermo intentó levantarse, pero se había torcido el tobillo de una forma demasiado exagerada. Un gruñido desgarrador le hizo olvidarse del dolor. Impresionado se levantó, y con más miedo que vergüenza, giró la cabeza en busca del origen de aquel extraño sonido.
Una figura vestida de negro le miraba con unos ojos rojizos en cuyos iris achinados casi podía leerse la palabra muerte. Su rostro pálido, la única parte de su cuerpo que no iba tapada, estaba surcado de pequeñas venas grisáceas y enmarcado por dos cortinas de pelo que, si cabía la posibilidad, eran más negras que las vestimentas.
-¿Quién eres?...¿Qué… qué quieres?-consiguió balbucear Guillermo.
Por toda respuesta la criatura volvió a gruñir, dejando entrever unos dientes afilados. Unas alas negras se desplegaron a sus espaldas. El chico intentó en vano escapar, y la criatura se echó sobre él. Lo último que Guillermo comprendió antes de que su mundo se volviese oscuro fue que aquella criatura procedía sin duda de las entrañas del mismísimo infierno.
Y mientras su chillido desgarrador rompía la paz que en Toledo reinaba, unas campanas en alguna parte de la ciudad daban la medianoche."
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POSESIÓN EN TOLEDO
Eran las once y media de la noche. Salvo por los alborozados gritos y las estruendosas risas que se alzaban hacia el cielo desde bares y discotecas, las calles y callejuelas del casco antiguo de la ciudad de Toledo reposaban en silencio, vigiladas desde arriba por las estrellas y una luna llena que les daban un aire aún más misterioso y mágico.
Pronto, el rechinar de las suelas de unas zapatillas contra las piedras humedecidas por la neblina nocturna rompió la paz que en esa noche se hacía presente.
Guillermo, de diecisiete años, recorría la plaza del ayuntamiento con las manos metidas en los bolsillos de su chaqueta de cuero, tratando de mantener el calor. Sus pasos marcaban inconscientemente el ritmo que llevaba el rock que iba escuchando con su mp3, y su pelo negro se alborotaba poco a poco por culpa de la ligera brisa nocturna y de los débiles movimientos de su cabeza.
A ojos de cualquier persona era un muchacho normal; quizá bastante guapo, de mirada oscura atrayente y sonrisa irónica y misteriosa,según le habían definido varias "amigas", pero nada más. Sin embargo, poco podían sospechar él o cualquiera de las personas que le conocían que la “existencia normal” de Guillermo estaba llegando a su fin.
Sus pasos le condujeron poco a poco hacia la calle Hombre de palo, en un intento inacabado aún de llegar andando a Zocodover para más tarde poder bajar a su casa. Tac,tac,tac…el rítmico golpeteo de su caminar,o quizá el volumen de la música fueron su perdición: pues no pudo oír, sentir o tan sólo intuir que una presencia que no pertenecía a su mismo mundo seguía sus pasos con atención.
De todas maneras, el destino y la casualidad decidieron darle una oportunidad de percatarse de la situación y así defenderse, aunque fuese prácticamente imposible. Al ir sumido en sus pensamientos, Guillermo no pudo percatarse de la piedra que instantes después le haría resbalar y golpearse contra el suelo. El mp3 salió disparado varios metros por delante de su cabeza.
-¡¡¡JODER!!!-
Guillermo intentó levantarse, pero se había torcido el tobillo de una forma demasiado exagerada. Un gruñido desgarrador le hizo olvidarse del dolor. Impresionado se levantó, y con más miedo que vergüenza, giró la cabeza en busca del origen de aquel extraño sonido.
Una figura vestida de negro le miraba con unos ojos rojizos en cuyos iris achinados casi podía leerse la palabra muerte. Su rostro pálido, la única parte de su cuerpo que no iba tapada, estaba surcado de pequeñas venas grisáceas y enmarcado por dos cortinas de pelo que, si cabía la posibilidad, eran más negras que las vestimentas.
-¿Quién eres?...¿Qué… qué quieres?-consiguió balbucear Guillermo.
Por toda respuesta la criatura volvió a gruñir, dejando entrever unos dientes afilados. Unas alas negras se desplegaron a sus espaldas. El chico intentó en vano escapar, y la criatura se echó sobre él. Lo último que Guillermo comprendió antes de que su mundo se volviese oscuro fue que aquella criatura procedía sin duda de las entrañas del mismísimo infierno.
Y mientras su chillido desgarrador rompía la paz que en Toledo reinaba, unas campanas en alguna parte de la ciudad daban la medianoche."
