He admirado el parto
de crisálidas aladas
que intercambiaban roces
con señoritas
que llevaban un paraguas
para pasear por el parque
y la más triste de las miradas
cegada por el sol
y el abrazo de las flores
pegadas a tu bolso
Por aquel entonces la noche
era más larga que la sonrisa de las calles
pero más corta que la distancia
de mi cuerpo al cisne
qué rubor y presencia
dan los cisnes
cuando sólo hay mariposas
que siguen arrastrándose
y derritiéndose en seda
y colgándo de los brazos
de un jardín ausente
de crisálidas aladas
que intercambiaban roces
con señoritas
que llevaban un paraguas
para pasear por el parque
y la más triste de las miradas
cegada por el sol
y el abrazo de las flores
pegadas a tu bolso
Por aquel entonces la noche
era más larga que la sonrisa de las calles
pero más corta que la distancia
de mi cuerpo al cisne
qué rubor y presencia
dan los cisnes
cuando sólo hay mariposas
que siguen arrastrándose
y derritiéndose en seda
y colgándo de los brazos
de un jardín ausente