Suspiro, y una sonrisa sin causa me cubre toda la cara. Incansable, mi cerebro intenta sacar de mi corazón la imagen bien guardada de mi anhelo secreto.
Desde lo más profundo de mis recuerdos, sus ojos verdes me observan con un constante brillo de cercanía, alegría y, aunque suene contradictorio, un breve reflejo de misterio. La sonrisa que nunca se esfuma de su rostro contradice con su apariencia serena los escalofríos que experimento al imaginar cómo será besar los labios que la dibujan. Esa indomable melena levemente rizada que, cual cascada dorada cae hasta su cuello, parece ser un símil de seda, y aún cuando mi vista apenas alcanza a distinguirle entre la multitud, reconozco su porte confiado y amistoso, permitiendome apreciar que afortunada es la que tenga la suerte de yacer entre sus brazos.
Suspiro de nuevo; no me reconozco. Hace no mucho tiempo, ningún otro muchacho conseguía despertar en mí las sensaciones que ahora se enredan en mi interior. ¿Será esto amor? Quizá....
Desde lo más profundo de mis recuerdos, sus ojos verdes me observan con un constante brillo de cercanía, alegría y, aunque suene contradictorio, un breve reflejo de misterio. La sonrisa que nunca se esfuma de su rostro contradice con su apariencia serena los escalofríos que experimento al imaginar cómo será besar los labios que la dibujan. Esa indomable melena levemente rizada que, cual cascada dorada cae hasta su cuello, parece ser un símil de seda, y aún cuando mi vista apenas alcanza a distinguirle entre la multitud, reconozco su porte confiado y amistoso, permitiendome apreciar que afortunada es la que tenga la suerte de yacer entre sus brazos.
Suspiro de nuevo; no me reconozco. Hace no mucho tiempo, ningún otro muchacho conseguía despertar en mí las sensaciones que ahora se enredan en mi interior. ¿Será esto amor? Quizá....