Sigo pues mi camino por esta senda arenosa, que en otros tiempos, en otros lugares, fue bajo mis pies el suelo de una antigua ciudad, o una senda pedregosa oculta en las entrañas de las montañas. Todo depende del lugar al que me arrastren mis pasos.
Surco ahora un sendero zigzagueante, semiescondido por culpa de las espinosas malezas y los verdes helechos que se me enredan en los tobillos, tratando de hacerme tropezar y de alcanzarse unos a otros sobre él, mi suelo.
el entorno es amgnífico, fantástico, envolvente y misterioso: un profundo bosque de hayas y robles milenarios, cuyas hojas y ramas, mecidas por el viento, parecen susurrar las leyendas que antaño se contaron a sus pies. ¿Cuántos misterios ocultarán estos árboles, cargados de vida, rebosantes de la magia de Gaia?
Sé que en la soledad de mi caminar soy vulnerable, y no desprecio la compañía de otras personas; sin embargo, nada ni nadie puede impedirme que disfrute de la soledad en esta mi firme ruta, arrullada por el canto de los pájaros,el crujir de hojas y ramas, el correr de un riachuelo entre las rocas y el habla del viento.
No se a dónde voy, pero tampoco me importa demasiado. Mi espíritu y mi corazón son mis guías. Dicen que las personas fuertes crean sus acontecimientos, mientras que las débiles padecen los que les impone el destino; mas yo, no por falta de valor o seguridad, sino quizá por exceso de locura y ansias de avenura, no tengo miedo de dejar mi suerte en manos del destino, de dejarme llevar por él, por mi intuición y mi instinto.
avanzo por esta senda, tranquila, en paz. Allá a lo lejos comienzo a vislumbrar la linde del bosque. ¿Dónde llegaré? Ya lo sabre en su momento. Que el azar decida por mí.
Surco ahora un sendero zigzagueante, semiescondido por culpa de las espinosas malezas y los verdes helechos que se me enredan en los tobillos, tratando de hacerme tropezar y de alcanzarse unos a otros sobre él, mi suelo.
el entorno es amgnífico, fantástico, envolvente y misterioso: un profundo bosque de hayas y robles milenarios, cuyas hojas y ramas, mecidas por el viento, parecen susurrar las leyendas que antaño se contaron a sus pies. ¿Cuántos misterios ocultarán estos árboles, cargados de vida, rebosantes de la magia de Gaia?
Sé que en la soledad de mi caminar soy vulnerable, y no desprecio la compañía de otras personas; sin embargo, nada ni nadie puede impedirme que disfrute de la soledad en esta mi firme ruta, arrullada por el canto de los pájaros,el crujir de hojas y ramas, el correr de un riachuelo entre las rocas y el habla del viento.
No se a dónde voy, pero tampoco me importa demasiado. Mi espíritu y mi corazón son mis guías. Dicen que las personas fuertes crean sus acontecimientos, mientras que las débiles padecen los que les impone el destino; mas yo, no por falta de valor o seguridad, sino quizá por exceso de locura y ansias de avenura, no tengo miedo de dejar mi suerte en manos del destino, de dejarme llevar por él, por mi intuición y mi instinto.
avanzo por esta senda, tranquila, en paz. Allá a lo lejos comienzo a vislumbrar la linde del bosque. ¿Dónde llegaré? Ya lo sabre en su momento. Que el azar decida por mí.