Acracia

Saludos a la comunidad.
Me he embarcado por segunda vez en el género del ensayo social y quiero colgar el escrito aquí por pedazos. Sólo llevo unas pocas páginas, pero es un proyecto que lleva en mente mucho tiempo.
No sé cómo acabará esto, porque mi último ensayo derivó en mi primera novela (incompletísima, por desgracia)...

Quiero resaltar una cosa: este hilo será sólo para colgar el escrito parte por parte y que la gente lo lea. Para facilitar la lectura os ruego que evitéis comentar aquí, si queréis criticar o hablar del texto abrid un nuevo hilo en opinión.
Pediré a la moderación que sea borrado todo comentario en este hilo, independientemente de su contenido.

Gracias por vuestra consideración.

Introducción

Este libro es una reacción a un estímulo que el entorno ha producido en mí. No es más que la lógica respuesta que ofrece mi ser después del frío análisis de la sociedad con la que he tenido que convivir. Probablemente esté impregnado de resentimiento, de rencor si cabe. No ha de extrañar a nadie, pues los complejos son la razón de ser de mi forma de pensar. Que alguien se mire a sí mismo e intente contradecirme cuando digo que cada uno actúa de una manera o de otra en función de sus debilidades y luego me odie por buscar mi inspiración y mi ideología en lo más negro de mi mente.

Que no me odie nadie, porque si bien escribo por rabia, lo hago lleno de amor a la vida, y si bien critico ferozmente la condición del ser humano contemporáneo, mis palabras están llenas de fe en la humanidad, en el progreso.

Pero jamás en un progreso material. Jamás en un estado del bienestar, jamás en lujos, jamás, si quiera, fe en erradicar el hambre. Progreso de verdad, puro, intangible. Intelectual, el progreso que los que generalmente hoy día se etiquetan de progresistas han olvidado en aras del materialismo que contamina nuestra sociedad.
Sólo se preocupan de progresar en cosas que todos puedan ver y notar. Lo crucial, lo que va por dentro y no se ve a simple vista, no les preocupa ya, porque puede fingirse mediante la mentira y la hipocresía. Y así son los sofistas de nuestra época, de los que hablaremos luego.

Este libro es, ante todo, radical.
Los que con esto piensen que voy a hablar de coger una pistola y asesinar, de poner una bomba, de quemar algo, los que estén deseando encontrar algún indicio de violencia en estas páginas para etiquetarme o desacreditarme se verán decepcionados. Soy mucho más radical que todo eso.
Mi definición de radical no es la de la palabra peyorativa que han ensuciado los medios de comunicación de masas. Un radical es quien ataca siempre la raíz del problema.

Por eso yo no voy a hablar de hambre en el mundo, de materialismo, de hipocresía, de desigualdad ni de esclavitud, ni de pobreza cultural ni material. Yo voy a ir a por todo eso y a por mucho más atacando al principal causante de todo eso.

Este libro no hablará sólo de una manera de pensar y de ver el mundo. Hablará de una manera de convivir con la sociedad, de una manera de estar en la realidad. Como ya dije, soy radical y voy mucho más allá de lo que otros se atreverían.

Voy a coger uno por uno prácticamente todos los fundamentos de la sociedad contemporánea y de las pasadas y voy a desecharlos por malignos, corruptos y falsos.

Pero sobre todo voy a hablar de libertad.
Bienvenidos a Acracia.

Capítulo I - análisis social

No se puede escribir un libro que pretenda cambiar la sociedad sin primero demostrar que este cambio es necesario y que la sociedad de hoy está podrida desde sus cimientos a sus tejados. Afirmo que de seguir en la línea que viene manteniendo será cada vez más complicada la convivencia sana de sus integrantes, y no sólo entre ellos mismos, sino entre ellos y su entorno natural.

La sociedad es el órgano de destrucción masiva de sus propios individuos.
La sociedad tiene la capacidad de ser un ente superior que dispone, juzga y castiga. Esta característica que podría ser simplemente una manera de regularnos y de evitar que algunos individuos nos causaran perjuicio es usada sin embargo para negarles la libertad a sus miembros uno por uno. Veamos cómo funciona esto.

Todas las sociedades, dependiendo de su cultura, tienen, crean, modifican una serie de cánones que deben seguirse para que la convivencia de sus integrantes pueda producirse correctamente. ¿Dónde está el problema en esto? Rápidamente lo entenderás cuando caigas en la cuenta de que el hecho de que las mujeres deban llevar burka en tantos países está prefijado por dichos cánones.

Y de esta manera la sociedad estrangula la libertad de sus individuos limitando su posibilidad de acción y su libertad hasta extremos tales que simplemente te animo a que reflexiones por un momento la cantidad de cosas que has dejado de hacer por culpa del “qué dirán”, o porque simplemente no podías elegir otra cosa, o por miedo al rechazo.
Piensa en dónde podrías estar ahora mismo de no ser porque nunca has podido elegir con libertad tu camino, mírate al espejo y razona si tu aspecto es el que te gustaría o simplemente es el que debe ser, piensa en tu relación con tus semejantes, en cuántas veces no has sido tú mismo por no incomodar a alguien, piensa, por favor, piensa cómo influye en ti la sociedad.

Pero una vez que hayas intentado imaginar hasta que extremo la sociedad te condiciona y te limita, antes de que odies a todos los que te han hecho sentir rechazo o miedo al rechazo, antes de que escupas en aquellos que te dijeron lo que debías hacer, antes de que si quiera te de tiempo a echarle la culpa a nadie o a todos, mírate a ti mismo y considera hasta qué punto tú mismo has sido el emisor de los juicios que han condenado a tantos otros a la negación de sí mismos y cuántos de esos prejuicios esclavizantes compartes aún.

No. Dudo que puedas tirar tú la primera piedra. Si te sirve de alivio, yo tampoco puedo tirarla. No puedo odiar a nadie por tener prejuicios. Sólo puedo cargar contra los que los han creado y establecido, y de eso tratarán los siguientes capítulos.

Capítulo II - La vida

La vida es el bien supremo. Todo es trivial en comparación a la vida. La vida es todo lo que tenemos, y por cruel que parezca, desconocemos su sentido.

Es irónico que no sepamos para qué sirve nuestro mayor tesoro, pero la condición humana es así, y tenemos que afrontarla y admitirla. Unos confían en los dioses que les otorgan las religiones, otros en la naturaleza o la reencarnación, o en la ciencia, otros no lo afrontan.

Lo que está claro es que ningún pensador, por muy sabio, por muy inteligentes que sean sus postulados, por mucho que haya ahondado en las entrañas del ser humano ha conseguido descubrir el sentido de la vida. Por tanto, yo pienso que la vida es su fin en sí misma, en otras palabras, que la vida es para ser vivida al máximo, para explotar las mil opciones que te deja elegir, para disfrutar y padecer todas las experiencias que vendrán, para crear más vida. Al menos, así pensaré hasta que alguien me demuestre que se puede encarar la vida de otra manera sin negarla, porque religión tras religión, en su deseo por hacer de la vida algo inmortal y trascendente, le han hecho negar a pueblos enteros su vida y les han arrebatado la libertad de elegir sus propios caminos. Básicamente su fe consistía en el rechazo a esta vida en pos de la que vendrá, que será la perfección de un cielo. Y al que no se lo crea, que sepa que morirá en el infierno por la eternidad por descreído y hereje…

Pero Nietzsche ya habló bastante de esto en su día.
La vida es la prioridad, pues sin ella, el resto del mundo carece de sentido. Por eso creo que la mejor manera de vivir es exprimiéndola, gozándola, aprendiendo insaciablemente de todo lo que puede proporcionarnos. Por eso creo también que quitarle la vida a alguien es la mayor crueldad que puede cometerse y quienes la cometen son unos desgraciados que se merecen el espaldarazo de toda la sociedad. Puede que a más de uno invadido por sus prejuicios le sorprenda que un anarquista pueda decir esto después de los atentados y asesinatos que han cometido algunos anarquistas. Yo jamás mataría a nadie, y esos que asesinaron para mí son tan despreciables como los que asesinaban ellos o más.

Atentar contra la vida de otro nunca está justificado. Ni siquiera aunque esa persona haya atentado contra la vida de otro. La única violencia justificada contra otra persona es la que se aplica en defensa propia. La pena de muerte es un asesinato legal, un crimen horrendo cometido por los que supuestamente deberían combatir la delincuencia. Es combatir a los asesinos convirtiéndose en verdugos. Si los señores presidentes de los estados donde se ejecuta a las personas tienen el valor para firmar sentencias de muerte y la conciencia tranquila que den la cara y aprieten ellos el botón de la corriente eléctrica, canallas.

Pero hasta ahora podría parecer que creo la única manera de dañar la vida es asesinándola. Otro ataque casi peor aún es arrebatar la libertad.
Porque vivir no sirve de nada si no eres dueño de tu vida, si no puedes elegir con libertad las decisiones que te plantea, si no puedes decidir cómo emplear las horas de que dispones. Sin estos requisitos mínimos, vivir no es vivir, porque vivir siendo esclavo, eso no es vivir, es en todo caso sobrevivir. Y condenar a alguien a esto es una crueldad enorme.

Hay otras maneras de regular la sociedad aparte de la cárcel. Sí, claro que los presos y presas han podido cometer atrocidades y que son un peligro social. Pero para empezar, la culpa de que sean delincuentes es de esta ley que primero crea el delito y luego al delincuente, es culpa de esta sociedad que margina, es culpa de esta cultura falsa e hipócrita, es culpa de este sistema educativo corrupto, además de culpa del mismo delincuente.

La sociedad debe admitir su enorme parte de responsabilidad en el hecho de que existan cárceles y que estén repletas de personas, pues somos una máquina de crear delincuentes.

En esta vida en la que sólo puedes elegir ser explotador o explotado, si no quieres ser ninguno de los dos sólo te queda robar, si se propone una vida de servidumbre a cambio de una vivienda (a la que supuestamente ya tenías derecho) y el pan para tu familia, que a nadie le extrañe que muchos opten por la vía fácil del narcotráfico, ante una vida esclava sin sentido, que no nos sorprenda que tantos busquen la evasión en la droga, si el maltratador veía a su padre dar palizas a su madre, no sé por qué le condenamos tan rápidamente a la cárcel.

El análisis de la práctica totalidad de los crímenes cometidos tiene por trastienda una o miles de injusticias sociales. ¿Cómo la misma sociedad que crea el delito es tan hipócrita de privar de libertad a sus víctimas? Por supuesto que son un peligro y que muchos no pueden convivir ya con nosotros de una manera natural, por supuesto que pueden contribuir a hacer de esta sociedad algo peor y a que sus errores los cometan otros, pero tenemos que actuar con responsabilidad ante ellos.

¿Nadie ha pensado que pueden merecer algo mejor que unos pocos metros cuadrados entre cuatro angostas paredes y rejas? Para miles de especies animales en el mundo hay un hábitat que es dispuesto para que puedan desarrollarse allí libremente. ¿No merecen como mínimo el mismo trato personas como nosotros? ¡Como mínimo! Y si algún día ellos se sienten listos para volver a la sociedad que les expulsó, pues que vuelvan y convivan, porque la vida da muchas vueltas y cualquiera puede cambiar y redimirse, digan lo que digan los defensores de la cadena perpetua.

Pero hasta ahora no hemos hablado de asesinos y delincuentes como si fueran los únicos que limitan la libertad de los demás, cuando la libertad que ellos arrebatan es la inmensa minoría de la que es arrebatada. En el siguiente capítulo hablaremos de cómo es robada gran parte de la libertad que nos falta.

Quiero cerrar este capítulo con una pequeña reflexión.
Vida sólo tenemos una. En una cinta de película que no se rebobina. Vive siempre al máximo. Disfruta cada instante como si fuera el último, porque puede serlo.
Si tenemos una única vida, que es lo más grande, no nos queda otra que arriesgarlo todo para combatir lo que no nos deja vivirla a nuestra manera.
Yo nunca quise darme cuenta en el lecho de muerte de que mi vida siempre ha estado conducida por fuerzas y externas y que no he sido lo que debía.
Yo nunca quise llegar al ocaso y desear empezar de cero.
Y por esto escribo.